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30 ANNI FUORI TEMPO - AUDIOPHILE VINYL

30 ANNI FUORI TEMPO - AUDIOPHILE VINYL

€ 39,00

UDIOPHILE VINYL - LIMITED EDITION CON FILE MASTER HD   THE METRONOMES: Francesco Michielin, voice, kazoo, chorus, "vocal trumpet" Carlo Piccoli, piano, chorus Stefano Fedato, drums, chorus PREZZO SCONTATO A 35€ PER LA PREVENDITA (Consegne previste dal 17 MARZO)   Ahora es una tienda de vestidos de novia, pero en 1994 la música rugía en el mítico Bar Dolomiti de Conegliano. Francesco Michielin, Carlo Piccoli y Stefano Fedato aún no sabían que durante los siguientes seis (¡seis!) lustros iban a pisar las escenas del panorama musical italiano bajo el nombre atemporal de Metronomes. Quien, aquella noche de hace treinta años, tuvo el privilegio de presenciar el nacimiento de su trío puede presumir de haber sido testigo de un evento de incalculable rareza e importancia, igual quizás solo al descubrimiento de América o al paso del cometa Hale-Bopp. Y de hecho me enorgullezco, me enorgullezco. Y, mientras me enorgullezco, inserto en mi viejo reproductor de CD su nuevo álbum: "Trent'anni fuori tempo". Después de trece años desde el lanzamiento del maravilloso "Adam, Let’s Swing!" , los Metronomes vuelven con esta bella antología de su producción discográfica desde 1997 hasta los tiempos más recientes. Luego, con la inserción de cuatro piezas nuevas, el disco adquiere nueva linfa y nos muestra cómo estos eternos muchachos son iguales o no a los que, hace treinta años, se reunieron en el Bar Dolomiti. De ellos se ha dicho y escrito todo. La historia de sus espectaculares actuaciones en directo se mueve sobre el hilo que separa la realidad de la verdadera leyenda. Se dice, por ejemplo, que el cantante, lujoso vocalista con la ugola alquitranada como un caballo - lo vi hace unas semanas disfrazándose con peluca y gafas haciendo monos a Elvis - en realidad es un maniático del orden. Dicen que guarda todas las letras de las canciones, escritas a mano por él mismo, en diez enormes volúmenes que lleva consigo a las veladas. También lo vieron montar un complicado aparato llamado "portaspritz" sin el cual no se enfrenta al concierto. Cuentan que el baterista, una vez tocando As Time Goes By, imprimió tal velocidad al ritmo del swing que hizo fumar los palillos (por suerte el hostelero tenía un extintor y a sus espaldas una formación exhaustiva en materia de seguridad en caso de incendio). Para él estos años no parecen haber pasado, siempre muestra treinta años, tiene todo el pelo y ni uno blanco (los otros dos metrónomos celosos dicen que se tiñe), pero sobre todo mientras toca a ritmos inquietos sonríe y se divierte como un niño. También el pianista, que usa su mano izquierda como un contrabajo, es un tipo extraño. Alguien cuenta que suena exclusivamente movido por su propio oído (¿un solo oído que mueve diez dedos? ¿Pero qué prodigio es este?). No prueba ni estudia las canciones, pero si le pides una canción, él sabe reproducirla con la precisión de una máquina de discos. Y mientras toca golpea sus pies y siempre ondea fuera de tiempo: sigue siendo un misterio cómo la canción va a tiempo mientras él sigue quién sabe qué otro ritmo interno.Desde el 20 de abril de 1994 han pasado varios hectolitros de vino tinto en la ugola alquitranada del cantante Francesco, y de teclas blancas y negras bajo los dedos de Carlo, y de callos y varitas entre las manos de Stefano. Sin embargo, la leyenda de los Metronomes sigue sorprendiéndonos, haciéndonos reír y golpeando el pie debajo de la mesa. Franco Ceci Colpis

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